A Julio César, dictador de Roma, le llevaron papeles en los cuales uno de sus enemigos lo había menospreciado.
Dijo: “Si leo esos papeles me enfureceré innecesariamente. A ese hombre no le haré daño, sino que seguramente me haré daño a mí mismo de ese modo.” Ordenó quemar los papeles. ¡Eso es evitar ocasiones!
*Evitar la prisa. Es la madre de la ira; y el odio es el padre. Nunca hagan nada apresuradamente, eviten el trabajo excesivo, encaren sus trabajos tranquilamente, con amor y benevolencia. El trabajo en exceso, algunas veces conduce a la ira.
*En cuanto sientan que la ira se aproxima, mantengan la boca cerrada y los labios sellados.
Una mujer había llegado ante un viejo sabio quejándose:
-En cuanto se produce una discusión, mi esposo me golpea.
Luego el viejo pidió una botella de agua y le dijo:
-La bendeciré y te la daré.
-¿En qué momento debo darle de beber esta agua a mi esposo?-preguntó la mujer.
-El agua no es para su esposo -exclamó el sabio. En cuanto vea que se ha iniciado una discusión, tome un sorbo de agua de esta botella y manténgala en su boca.
Haciendo esto, no dará lugar a que de su boca salgan palabras de discusión y, por ende, a su marido no le vendrán ganas de golpearla.
La mayoría de nuestros problemas se resolverían si sólo mantuviésemos nuestras bocas cerradas. Tratamos de explicar las cosas y, durante el proceso, las complicamos.
Mantengan la boca cerrada. De ese modo, intenten observa el silencio al menos dos horas por día. Una vez que adquieran el gusto por el silencio, no desearán hablar, a menos que haya una gran necesidad de hacerlo.
Mantengan la boca cerrada; y, cuando la abran, hablen suavemente, con amor y benevolencia.
Perteneciente al libro “Elimine la ira antes de que la ira te elimine a ti” de Vaswani.
Texto prestado de C.M. Domínguez